Ilustración que muestra los tamaños relativos de los exoplanetas en el sistema planetario TRAPPIST-1.
Crédito de la imagen: NASA/JPL-Caltech.
El agua es esencial para la vida tal como la conocemos. Por lo tanto, su presencia o ausencia, y los medios por los cuales podemos detectarla en el universo, son componentes importantes del proyecto científico más amplio de estudiar el cosmos en busca de signos de vida extraterrestre.
De hecho, el concepto de zona habitable, o «Ricitos de Oro», se basa en el rango de órbitas alrededor de una estrella determinada donde se puede esperar que un exoplaneta contenga agua líquida en su superficie. La Tierra se encuentra justo en el medio de la zona habitable de nuestro Sol, con Venus y Marte ocupando los extremos. Pero nuevos hallazgos han demostrado que la zona habitable es sólo una heurística para encontrar los elementos necesarios para la vida, y no una regla absoluta. En nuestro propio sistema solar, por ejemplo, los científicos creen ahora que las lunas heladas de Júpiter y Saturno, como Europa y Encelado, podrían proporcionar condiciones favorables para la vida en océanos de agua líquida subterránea. El concepto de zona habitable se está expandiendo.
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