Mujer peruana se convierte en la primera persona en el país en morir por eutanasia

Mujer peruana se convierte en la primera persona en el país en morir por eutanasia

Una mujer peruana con una enfermedad incurable que la dejó postrada en cama y requirió atención las 24 horas del día se ha convertido en la primera persona en el país en morir mediante eutanasia.

Después de una larga batalla legal, Ana Estrada, de 47 años, “murió en sus propios términos, de acuerdo con su idea de dignidad y en pleno control de su autonomía hasta el final”, dijo su familia en un comunicado compartido el lunes.

La eutanasia está prohibida en Perúpero en febrero de 2021, un tribunal peruano ordenó a las autoridades sanitarias «respetar la decisión de Estrada» de acabar con su vida mediante el procedimiento médico de la eutanasia.
Una mujer peruana con una enfermedad incurable que la dejó postrada en cama y requirió atención las 24 horas del día se ha convertido en la primera persona en el país en morir mediante eutanasia. Ana Estrada aparece en la cama en su casa en Lima, Perú, el 7 de febrero de 2020. (CNN)

Fue la primera vez en la historia del país que su sistema de justicia reconoció y autorizó el derecho de una persona a poner fin a su vida.

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Las autoridades sanitarias no apelaron y la decisión fue posteriormente ratificada por la Corte Suprema en julio de 2022.

“Esta es una decisión histórica”, dijo en ese momento su abogado, Walter Gutiérrez, y agregó que Estrada estaba “muy feliz”.

Gutiérrez le dijo a CNN en Español que Estrada «amaba la vida y quería seguir viviendo dentro de los límites de su situación», pero quería la libertad de morir en sus propios términos.

Psicóloga de profesión, Estrada padecía polimiositis, una enfermedad crónica y degenerativa que afectaba sus músculos, impidiéndole hablar y dejándola postrada en cama. Estaba conectada a un ventilador y necesitaba enfermeras que la cuidaran las 24 horas del día.

Durante una entrevista de 2021, Estrada dijo que quería «ejercer mi derecho a elegir cuándo, cómo y dónde morir».

Llevaba unos cuatro años librando una batalla legal, primero sola y luego con la ayuda de la Defensoría del Pueblo.

“El legado de Ana vivirá en las mentes y los corazones de muchos y en la historia de nuestro país”, se lee en el comunicado de la familia.

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